jueves, 10 de noviembre de 2011

homenaje en archivo de la memoria- córdoba-

Homenaje a Hector Fabiani en Archivo de la Memoria (ex D2)Presentó su hermano Roberto, disertó Roberto Videla y se puso en escena la obra Ortóptero (operativo encendedor) de su sobrino Renzo
Agradecimientos al grupo de teatro LTL, a Elina Martinelli, Agustin Dittofino, Antropología Forense, al actor Juan Luna

sábado, 30 de julio de 2011

aclaracion

Marta Scavac, la mujer de Haroldo Conti, escribió a Miradas al Sur respecto de la nota El drama del militante del PRT al que acusaron de ser un represor encubierto, sobre la vida de Héctor Fabiani, publicada el domingo pasado. Dice lo siguiente:
“He sido la compañera de un gran escritor y periodista llamado Haroldo Conti. Una de las tantas cosas que aprendí a su lado fue su incansable búsqueda de información ante cada nota periodística, ante cada cuento o novela que bullía en su cabeza. Un maestro total. Primero se informaba, chequeaba prolijamente cada dato y recién entonces, su máquina de escribir, corría rápida volcando en el papel, toda su capacidad creadora, plasmada en cada unas de sus obras. Evidentemente, todos los que opinan en la nota están muy lejos de preocuparse, como corresponde, en informarse y, desde el pedestal de la soberbia y la ignorancia, acusan injustamente. El 30 de abril de este año, el diario Tiempo Argentino le dedicó su suplemento de Cultura a Haroldo. Allí quedó registrado mi sentir hacía el compañero Fabiani a quien nunca he dejado de reivindicar en cada oportunidad que me fuera posible.”
“Retrocedo en el tiempo hasta llegar a mi exilio en Suecia. En noviembre de 1982 detienen en Ginebra, Suiza, a tres delincuentes argentinos autores de secuestros extorsivos. Los mismos declararon pertenecer a grupos de represión política en Argentina. Me hacen llegar a Suecia la foto de uno de ellos preguntándome si era la misma persona que estaba en mi casa la noche del secuestro de Haroldo. Si bien la foto estaba lejos de ser de buena calidad, el impacto emocional que me produjo fue tremendo. Ciertos rasgos se parecían a Fabiani. Llevé esta foto para que la vean varios compañeros que también vivían en Suecia. Unos dudaron, otros aseguraron que era la misma persona. Ante la dolorosa incertidumbre decidí viajar a Ginebra y asistir al juicio donde serían juzgados dichos personajes (nunca hubo ‘nuevas fotos’, como se dice en la nota). Al comenzar el juicio y ver cara a cara a los acusados compruebo que Fabiani no tenía nada que ver con ninguno de ellos. El periodista Juan Gasparini, que cubría el juicio, fue el primero que dio la noticia a los diarios locales. El reconocimiento había sido negativo. Regreso a Suecia logrando que los diarios de allí también publiquen lo sucedido. Un periodista argentino radicado en Suecia, Hernán Bernengo, tenía un espacio en Radio Suecia en español. Allí estuve dando cuenta de lo acontecido en Ginebra. También me comuniqué con familiares en Argentina informando ampliamente lo sucedido.”
“El 1º de julio de 1985 regreso a la Argentina y veo por primera vez elNunca Más. A leerlo quedé perpleja porque me entero que el 2 de marzo de 1983, a 4 meses del juicio en Ginebra, se inicia una nueva demanda en el juicio relacionado a Haroldo presentando como elemento innovante que yo había reconocido en uno de los delincuentes juzgados en Ginebra al compañero Fabiani. No podía creer que esto había ocurrido después de la difusión que generé para aclarar lo expuesto. No fui yo la que inició esa nueva demanda ni estaba en Argentina ni sabía que se había utilizado mi nombre para tal efecto. Inicié gestiones para aclarar la situación y no tuve respuesta.”
“En todos estos años, cada vez que se presentó la oportunidad, reivindiqué la figura de Fabiani. Cada uno debe asumir la responsabilidad de sus actos. Espero haber sido clara”.

domingo, 17 de julio de 2011

El drama del militante del PRT al que acusaron de ser un represor encubierto

El drama del militante del PRT al que acusaron de ser un represor encubierto
·         Lesa humanidad
Año 4. Edición número 164. Domingo 10 de julio de 2011
Por 
Raúl Arcomano
rarcomano@miradasalsur.com
El pasado. Héctor El Gordo Fabiani en río Cuarto. Sostiene en sus brazos a Renzo, uno de sus sobrinos.

Héctor Fabiani era amigo de Haroldo Conti. Los secuestraron juntos. Se lo confundió conun genocida y el error persiste en el Nunca Más.
Un cuadrazo del PRT era Héctor El Gordo Fabiani. Era el responsable político del Frente Cultural del partido, respetado y querido por sus compañeros. Gran amigo de Haroldo Conti, en 1976 estaba parando en su casa, escapando de los chacales de la dictadura en Córdoba, donde militaba. El 4 de mayo Conti y su esposa, Marta Scavac, habían ido al cine y dos de sus hijos –Ernesto, de tres meses, y Myriam, de siete años– habían quedado al cuidado de Fabiani. Una patota irrumpió en la noche. Cuando regresaron el escritor y su mujer, minutos después de la medianoche, los estaba esperando un grupo de tareas del Batallón 601 de Inteligencia del Ejército. Saquearon la casa y secuestraron a los dos hombres. Se sabe que Conti y Fabiani pasaron por El Vesubio. Hoy siguen desaparecidos.
Pero a Fabiani no sólo lo secuestraron y desaparecieron. Por una confusión que aún hoy persiste, su trayectoria personal y militante, su identidad, honor y buen nombre fueron puestos en duda. Su familia, sus amigos y sus ex compañeros de militancia siguen batallando para hacer conocer su historia y enmendar la injusticia. Una versión que nació en un momento de dolor, tras la publicación de una foto de mala calidad. Es que a fines de 1982 un diario de Suiza había publicado una imagen de un ex integrante del Batallón de Inteligencia 601. Se trataba de Rubén Bufano. Había sido detenido en ese país por el secuestro de empresarios. No estaba trabajando para la dictadura, sino para engrosar sus bolsillos.
Scavac vio esa foto y dijo entonces, desde Suecia, que Bufano era idéntico a Fabiani y que creía que era él quien había entregado a su marido. Cuando el represor fue juzgado en Europa, y vieron nuevas fotos de él, se dieron cuenta de la equivocación. Era tarde: la versión equívoca sobre el rol de Fabiani ya formaba parte del informe de la Conadep. En el legajo 77 se cuentan los pormenores del secuestro de Conti y se da por cierta la versión que sostiene que Fabiani fue el “entregador” de su amigo.
“Nunca imaginamos que esa primera declaración iba a quedar plasmada en el Nunca Más. La solicitud a los responsables de la edición de aclarar el punto nunca fue tomada en cuenta. Fabiani es para nosotros El Gordo, Chiche para sus seres queridos, y el Moncho o Andrés para otros compañeros. Fue el responsable político de mi padre en el frente cultural del PRT. Compartí muchos momentos con él. Tengo recuerdos memorables y gratitud por su ayuda”, afirmó Marcelo Conti, uno de los hijos de Haroldo. Y reclamó: “Solicitamos que se difunda la verdad sobre este compañero para tratar de subsanar el involuntario error de haberlo confundido, en un primer momento, con alguien tan deplorable”.
Liliana Arraya es la subsecretaria de Difusión y Patrimonio de la Secretaría de Cultura de Córdoba. Con su compañero Lindor Bressan fueron miembros del PRT e integrantes del Libre Teatro Libre (LTL), un grupo cordobés de teatro comprometido. “Hace más de treinta años llegamos a Buenos Aires sin una moneda, sin documentos y sin un lugar donde vivir. Yo, con un embarazo de siete meses. Nuestra casa en Córdoba había sido allanada y no teníamos dónde quedarnos, porque todas las casas de los amigos conocidos y parientes corrían idéntica suerte”, cuenta hoy a Miradas al Sur.
Fabiani era amigo de Bressan. No dudaron en pedirle ayuda. Y Fabiani no dudó en extenderles la mano. “Consiguió alojamiento y comida y luego de algún tiempo nos aconsejó irnos del país, para lo cual nos proveyó de pasaportes con nombres falsos”, recuerda Liliana. Se exiliaron como refugiados políticos, con la ayuda del Acnur. Al poco tiempo se enteraron, mientras estaban en Bogotá, de que había caído la casa de Haroldo. Años después llegó a sus oídos la versión sobre Fabiani-Bufano.
“¿Cómo confundirte a vos, Héctor Fabiani, nacido en Río Cuarto, empleado de una heladería familiar, en la que te vanagloriabas de inventar helados, hecho que te llenaban de orgullo, como buen gordito morfón que eras, con un oficial de inteligencia del Batallón 601? He tratado de reconstruir este dañoso equívoco que circuló y se reprodujo hasta quedar consagrado como verdad en el Nunca Más, para realizar un acto reparador de tu persona, maravillosa, que eras, que fuiste y que seguirás siendo en la memoria de quienes te conocimos”, escribió Bresán. Y agregó: “Lo cierto es que los esfuerzos que algunos hicimos por desmontar esa falacia, no fueron suficientes. Espero que estas palabras y recuerdos contribuyan para dejar zanjado por fin el asunto”.
“Queremos restituir la memoria de un hombre íntegro y honorable. Le debo la vida y el disfrute de una hija y una nieta”, subraya Liliana. Otro miembro del LTL, Oscar Rodríguez, aportó: “No sé si a los que se fueron, allá donde estén, les importa, pero viven en nosotros y reivindicar su memoria es un simple acto de justicia”.
Otro compañero, Roberto Videla, también intentó entender el error. “Sé que no es cierto, que no puede ser cierto. Pero ahí está, esculpida para siempre en un libro, impresa en la historia, la mentira, la verdad aparente. Porque no es cierto. Escribo a mis compañeros dispersos por el mundo. Vamos reconstruyendo el error. Estamos seguros de que no pasó eso. Y para comprobarlo sólo basta conocer el dolor y el duelo de la familia de Héctor cuando se enteraron de su muerte. Es como si la historia, en esos actos, tuviera que correr por carriles más nítidos, escamoteando la verdad. Como si la historia pasara, de nuevo, matando, esta vez por motivos nobles.”
Fabiani había nacido en 1943 en Bahía Blanca. De chico fue a vivir con sus padres y sus hermanos Roberto y Dante a Río Cuarto. Ese era su lugar en el mundo. Había comenzado a militar en la Liga de Acción Proletaria y luego, tras ser detenido en el ’70, se hizo militante del PRT. Su sobrino Renzo recordó parte de la vida política de su tío, contada por su padre: “Antes de ser apresado ya formaba parte del PRT, en logística. En Perú, con los LTL, ejerció en un primer momento el rol de productor. Estuvieron allí y también en Ecuador y Colombia. Regresaron a Chile y de allí clandestinamente a Argentina y de nuevo a Chile, cuando se produjo el derrocamiento de Salvador Allende. Unos amigos argentinos lo escondieron en un sótano por varios días y luego lo llevaron hasta la embajada sueca, que le dio la posibilidad de trasladarse a Europa. Tomó contacto con agrupaciones de izquierda y recorrió Bélgica, Alemania, Francia e Italia. Con pasaporte falso regresó a Argentina y se hizo cargo del Frente Cultural del PRT”.
Tras el secuestro, sobrevivientes de El Vesubio lo vieron en ese centro. Su caso no se juzgó porque cuando empezó la causa aún no habían identificado sus restos. Es que recién en febrero último su cuerpo fue exhumado como NN del cementerio de Avellaneda. Lo identificó luego el Equipo Argentino de Antropología Forense. Hoy los restos de El Gordo descansan en Río Cuarto.
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jueves, 14 de abril de 2011

identificaron los restos de chiche

Derechos Humanos

Identificaron los restos de Héctor Fabiani, desaparecido en El Vesubio

Estaba como NN en una fosa del cementerio de Avellaneda. El Equipo de Antropología Forense les hizo estudios de ADN a sus hermanos y lo reconocieron a comienzos de este año. La semana pasada lo regresaron con su familia. Lo recuerdan como “un hombre absolutamente pacífico y dedicado al arte”
Héc­tor Fa­bia­ni na­ció en 1943 en Ba­hía Blan­ca, pe­ro se hi­zo rio­cuar­ten­se de al­ma cuan­do en la dé­ca­da del ‘60 ins­ta­ló jun­to con su her­ma­no Ro­ber­to y su pa­dre la he­la­de­ría Po­li­chi­ne­la. Des­de nues­tras ca­lles, via­jó por va­rias ciu­da­des ar­gen­ti­nas y re­co­rrió al­gu­nos paí­ses, has­ta que en 1976, du­ran­te el úl­ti­mo gol­pe mi­li­tar, fue de­te­ni­do y de­sa­pa­re­ci­do. Hoy, 35 años des­pués, su fa­mi­lia re­cu­pe­ró los res­tos de Héc­tor, en­con­tra­dos en el ce­men­te­rio de Ave­lla­ne­da.

En diá­lo­go con PUN­TAL, Ro­ber­to Fa­bia­ni, her­ma­no de Héc­tor, in­di­có que el cuer­po fue en­con­tra­do al­gu­nos años atrás, a par­tir de una in­for­ma­ción que sur­gió de par­te del Ejér­ci­to. Héc­tor ha­bía es­ta­do de­te­ni­do en El Ve­su­bio, lue­go de su se­cues­tro de la ca­sa del es­cri­tor Ha­rol­do Con­ti, el 5 de ma­yo de 1976.

“Lo ha­brían he­cho fi­gu­rar co­mo un en­fren­ta­mien­to del 20 ju­nio del ‘76. Pe­ro lue­go hu­bo mu­chos tes­ti­gos que die­ron cuen­ta de que ha­bían sa­li­do li­be­ra­dos de El Ve­su­bio y des­pués ase­si­na­dos”, di­jo Ro­ber­to, quien lue­go ex­pli­có: “Los se­pul­ta­ron en un lu­gar es­pe­cial del ce­men­te­rio, don­de los an­tro­pó­lo­gos ar­gen­ti­nos en­con­tra­ron 336 ca­dá­ve­res, di­vi­di­dos en 19 fo­sas co­mu­nes y 11 in­di­vi­dua­les, en una de ellas es­ta­ba Héc­tor”.

En 2003 les rea­li­za­ron a él y a su otro her­ma­no, Dan­te, una prue­ba de ADN que fue en­via­da a Es­ta­dos Uni­dos. “De allí nos hi­cie­ron es­tu­dios en Cór­do­ba y, al fi­nal, re­sul­tó que los res­tos en­con­tra­dos eran un 99,99% her­ma­nos de Ro­ber­to y Dan­te Fa­bia­ni”, re­la­tó con­ten­to.

Re­cién en ene­ro de es­te año les avi­sa­ron los re­sul­ta­dos, pues pri­me­ro pa­sa­ron por va­rias pe­ri­cias, y la se­ma­na pa­sa­da le en­tre­ga­ron a Ro­ber­to los res­tos de su her­ma­no. En los pró­xi­mos días les es­ta­rá dan­do se­pul­tu­ra en Río Cuar­to pa­ra que fi­nal­men­te des­can­se en paz.

De­di­ca­do a las ta­blas

A Fa­bia­ni lo se­cues­tra­ron jun­to a Ha­rol­do Con­ti, con quien te­nía una bue­na re­la­ción des­de ha­cía años. Des­pués de jun­tar­se con los res­tos de su her­ma­no, Ro­ber­to co­men­zó una re­la­ción de amis­ta­do con Mar­ce­lo Con­ti, hi­jo del es­cri­tor. “Él di­fun­dió a tra­vés de mails la apa­ri­ción de mi her­ma­no y la vin­cu­la­ción que te­nía con su pa­dre”, di­jo y agre­gó: “Allí se ge­ne­ró el con­tac­to con Mas­ca­ró Ci­ne, que te­nía pe­lí­cu­las de la ac­ti­vi­dad cul­tu­ral del PRT, don­de par­ti­ci­pa­ba Héc­tor”.

Con­sul­ta­do por có­mo fue la vi­da de Héc­tor, y có­mo lle­gó al PRT, Ro­ber­to in­di­có que na­ció en Ba­hía Blan­ca, el 2 de ju­nio de 1943. “Allí ha­cía una vi­da nor­mal, no em­pa­ren­ta­da con la po­lí­ti­ca, el mi­li­tan­te en ese mo­men­to era yo”, con­fe­só.

Tras un via­je de Héc­tor a Río Cuar­to, vie­ron la po­si­bi­li­dad de ins­ta­lar una su­cur­sal del ne­go­cio que te­nían en la fa­mi­lia. “Así fue có­mo inau­gu­ra­mos la he­la­de­ría Po­li­chi­ne­la, que co­men­zó a fun­cio­nar en el año 1968”, co­men­tó.

Ya en Ba­hía Blan­ca, Fa­bia­ni ha­bía he­cho al­gu­nos tra­ba­jos de es­ce­no­gra­fía e in­me­dia­ta­men­te lle­ga­do a Río Cuar­to se con­tac­tó con gen­te del mun­do del tea­tro. “Co­men­zó a tra­ba­jar en el Tea­tro Mu­ni­ci­pal pa­ra los dis­tin­tos gru­pos de ese mo­men­to, y a co­mien­zos de los ‘70 se fue a es­tu­diar al Tea­tro Co­lón en Bue­nos Ai­res”, di­jo Ro­ber­to.

Ese año fa­lle­ció un ami­go de él en Cór­do­ba, y co­mo su nom­bre fi­gu­ra­ba en al­gu­nos do­cu­men­tos de es­ta per­so­na, lo bus­ca­ron a Héc­tor. “Lo de­tu­vie­ron en oc­tu­bre de 1970 y que­dó por pri­me­ra vez a dis­po­si­ción del PEN”, in­di­có su her­ma­no.

-¿Có­mo lle­gó a par­ti­ci­par del go­bier­no de Sal­va­dor Allen­de en Chi­le?
-Años des­pués se fue a Pe­rú, don­de se une al gru­po LTL (Li­bre Tea­tro Li­bre), gru­po cor­do­bés de tea­tro com­pro­me­ti­do. Co­men­zó a tra­ba­jar con ellos en una gi­ra por La­ti­noa­mé­ri­ca. Él se fue a Chi­le y co­men­zó a tra­ba­jar con el go­bier­no de Sal­va­dor Allen­de. Cuan­do asu­mió el go­bier­no de­mo­crá­ti­co el 25 de ma­yo de 1973, él vuel­ve en rei­te­ra­das opor­tu­ni­da­des a Ar­gen­ti­na.

-¿Có­mo sur­gió su des­ti­no en Eu­ro­pa?
-En uno de los re­gre­sos a Chi­le, tu­vo la ma­la suer­te de que el via­je coin­ci­dió con el co­mien­zo del gol­pe de Es­ta­do. Des­pués de es­tar va­rios días es­con­di­do, ter­mi­nó en la em­ba­ja­da sue­ca y se fue a Sue­cia. Allá es­tu­vo por va­rios paí­ses de Eu­ro­pa, has­ta su re­gre­so en 1976. Tras unos me­ses, fue cap­tu­ra­do el 5 de ma­yo.

-¿En qué agru­pa­ción mi­li­tó Héc­tor es­tan­do en Ar­gen­ti­na?
-Héc­tor co­men­zó a mi­li­tar con un pe­que­ño gru­po lla­ma­do LAP (Li­ga de Ac­ción Pro­le­ta­ria), pe­ro des­pués, cuan­do en­tró en la cár­cel, se hi­zo mi­li­tan­te del PRT (Par­ti­do Re­vo­lu­cio­na­rio de los Tra­ba­ja­do­res), la par­te po­lí­ti­ca del ERP.

-¿Có­mo lo re­cuer­da a Héc­tor?
-Era un hom­bre ab­so­lu­ta­men­te pa­cí­fi­co y de­di­ca­do al ar­te. Siem­pre es­tu­vo muy in­te­re­sa­do con to­do lo que fue­se cul­tu­ra. In­clu­so era el re­pre­sen­tan­te po­lí­ti­co cul­tu­ral del PRT. Él siem­pre to­mó la de­ter­mi­na­ción de lu­char por su ideal. Era muy tran­qui­lo y vi­vía siem­pre con mu­cho hu­mor.

Cau­sa Ve­su­bio

Es­tá pró­xi­ma a con­cluir la pri­me­ra cau­sa en la que se in­ves­ti­gan los he­chos ocu­rri­dos en el cen­tro de de­ten­ción El Ve­su­bio, que in­vo­lu­cra a más de 150 víc­ti­mas. La muerte de Héc­tor Fa­bia­ni no in­gre­só en es­te ca­so por­que cuan­do se ini­ció no se ha­bían iden­ti­fi­ca­do aún los res­tos. “A Héc­tor le de­vol­vie­ron real­men­te la iden­ti­dad ha­ce po­cos días. Has­ta en­ton­ces, él fi­gu­ra­ba co­mo NN, pe­ro ade­más, no­so­tros es­tu­vi­mos in­da­gan­do en re­gis­tros ci­vi­les co­mo el de Ba­hía Blan­ca, pe­ro han de­sa­pa­re­ci­do to­das las ac­tas de em­pa­dro­na­mien­to, por ejem­plo”, co­men­tó Ro­ber­to.

-¿Se es­tá avan­zan­do en la in­ves­ti­ga­ción de la muer­te de Héc­tor?
-Aho­ra em­pie­za el se­gun­do jui­cio por los he­chos ocu­rri­dos en El Ve­su­bio, pe­ro no sa­be­mos si el ca­so de Héc­tor en­tra­rá en esa cau­sa. No obs­tan­te, res­ta de­ter­mi­nar la iden­ti­dad de mu­chos cuer­pos de las fo­sas, por lo que se es­pe­ra un ter­cer jui­cio a los res­pon­sa­bles del cen­tro de de­ten­ción.

Luis Sch­loss­berg
lsch­loss­berg­@pun­tal­.co­m.ar

martes, 12 de abril de 2011

Aviso.

Hoy, 14 de enero de 2011, al mediodia, alguien se comunica telefónicamente con mi viejo. Yo estoy sentado frente él y bajo el volumen del televisor cuando empieza fruncir el entrecejo de manera inconfundible. El diálogo sigue y al viejo se le entrecorta la voz en cada respuesta y llora. Me dice que es la chica de Antropología y que busque una lapicera para anotar su número. Sólo escucha y no suelta el teléfono y dice gracias y lo repite otra vez. ''Encontraron los huesos de Chiche''...
Y creo que empezará aflojarse el nudo que ahogó la garganta y creo que se naturalizará, por fin, el duelo.
Renzo

jueves, 17 de febrero de 2011

semblanzas - escriben los compañeros y familiares de Héctor


Tio Chiche (Renzo Fabiani)

Empiezo el dialogo con papá, café mediante, en un bar que frecuento, para revitalizar la memoria y que no quede sólo en el recuerdo. Un día me lo pidió un amigo querido, el Negro Hector Grillo, también de profesión teatrero, que escribiéramos sobre mi tío, pero se le calló el corazón un domingo, de aquella semana en que daríamos comienzo. Compartían el mismo nombre, los dos son parte latente de mi historia y elijo llamarlos maestros. 
Tio Chiche (Hector) nació el 1-6- 1943 en Bahia Blanca, provincia de Buenos Aires
Fue un defensor a ultranza de los pobres. ‘’Tenía un corazón enorme’’, balbucea su hermano, mi viejo. Muy solidario y comprometido, dicen aquellos que no sólo lo recuerdan sino también lo nombran
Vivió casi un año con una tía que profesaba amor y compromiso por quienes mas necesitan y supo aprender los valores que le cedieron dos abnegados laburantes: mis abuelos.
En Bahia Blanca siempre estuvo relacionado con la gente de teatro e hizo allí, sus primeros aprendizajes en esta amada actividad. Se recibió de escenógrafo en Buenos Aires y se desempeñó airadamente en esa actividad, en Córdoba y en el exterior.
A la provincia mencionada llegó en 1968, a la ciudad de Rio IV. Mis padres habían residido allí unos años, como lo confirma, en diciembre de 1966, mi nacimiento. Llega con sus padres y hermano menor. Expone su arte de diseño espacial, tanto en la actividad teatral como en la decoración de interiores y con su familia crea la heladería Polichinela, que se convirtió en un hito de la ciudad.
Allí, mi padre (por  traslado laboral pasamos a residir en la ciudad de Córdoba) pierde contacto fluído con Chiche, hasta el momento en que este cae preso, en noviembre de 1970, en Buenos Aires. Lo quisieron detener en Rio IV pero como no lo encontraron, los miembros de la policía federal encargados de tal operativo, amenazaron a su hermano Roberto. Lo buscaban porque a un compañero de Chiche, posiblemente ligado a alguna agrupación política, le habían encontrado una agenda donde figuraba el nombre de mi tío, lo cual generó su persecución. Lo detuvieron en la calle Pacheco de Melo, en el centro de la ciudad capital. De allí lo trasladaron a la cárcel de Villa Devoto, junto a otros presos políticos, donde permaneció ocho meses. En el mes de mayo de 1971, mis padres pudieron verlo, cuando obtuvo la libertad condicionada. Le obligaron a emigrar a un país no limítrofe. Se fue a Perú y se encontró allí con los miembros del grupo Libre Teatro Libre de la ciudad de córdoba, en un cine, durante el intervalo.
Antes de ser apresado ya formaba parte del ERP, en lógistica. ‘’Se encargó del secuestro de un camión de leche que trasladaron a un barrio pobre’’, me cuenta mi viejo.
En Perú, con los LTL ejerció, en un primer momento el rol de productor, adelantandose a ellos para hacer gestiones en los teatros donde podían ser factibles las presentaciones.
Hicieron Perú, Ecuador y Colombia. En este pais de desempeñó como actor.
Regresaron a Chile, de allí clandestinamente a Argentina y nuevamente a Chile,  cuando se produce el derrocamiento de Salvador Allende. En ese momento unos amigos argentinos lo escondieron en un sótano por varios días y luego lo llevaron hasta la embajada sueca, que le dio la posibilidad de trasladarse a Europa. Tomó contacto con las agrupaciones de izquierda y recorrió Belgica, Alemania, Francia e Italia. En este país estuvo poco menos de un mes y nuevamente, con pasaporte falso, regresó a Argentina, ejerciendo el cargo de encargado de cultura del ERP. Residió en la ciudad de Buenos Aires, escondiéndose en distintos lugares, pero se traslada a Córdoba y tiene una última conversación con cada uno de sus hermanos entre octubre y noviembre de 1975.
Allí fue la última vez que yo lo vi, una noche, cuando mi papá abrió la puerta de calle y se abrazaron, cuando cenamos y permanecieron conversando.
Hace pocos años un compañero de teatro (Lindor Bressan), que formó parte de esa gira por Latinoamérica, se me presentó y me habló de Chiche, de que fue él quien le consiguió un pasaporte que le permitió irse del país con su mujer embarazada y salvaron, por eso, sus vidas.
Tío Chiche fue apresado en mayo de 1976, junto al escritor Haroldo Conti, en Buenos Aires. En el Vesubio, la tortura, selló su último suspiro...


Y por eso… de Renzo Fabiani

Es 24 de marzo de  1976… y por eso…la tenia saginata
Es de noche, suena el timbre. Mi viejo abre la puerta. El abrazo se hace intenso, lloran, él y su hermano lloran. Esa imagen queda en mí. Una charla, él explica no se que. Había estado en otras partes, había vuelto. Recordaba en ese momento que una vez me ayudó a cruzar la calle y una torta que había hecho.
Se fue esa misma noche, diciembre, 75.
Y el silencio, el duelo, el miedo, las palabras prohibidas y el teatro latente. Ante la pregunta de niño, el consuelo en susurro: ‘’por ahí está en un lugar muy lejos, en el extranjero’’. Y su mamá, la abuela, con el saber de las vísceras muere así, de porfiada, para encontrarlo donde sea.
Me fui enterando de algunas cosas, de a poco, que fue encargado de cultura, que estuvo de giras teatrales obligadas por otros países, de un compañero que se me presentó y me dijo que salvó por él su vida y la de su mujer embarazada y también de que alguien lo vio hospedado allí, en la inimaginable, en ese campo circundado ahora por tanta soja, en La Perla.

Carta al general
de Renzo Fabiani
Sabe qué, hace un tiempo, señor general…sólo general, lo de señor sería un despropósito… hace un tiempo, fui a Hijos y pregunté por mi familiar. En un primer momento no lo encontraban en la lista de desaparecidos, y entonces esperé, no sin desconcierto, porque si no es desaparecido ni muerto ¿que es? Sin embargo, al rato, dieron con él, con la lista donde él figura, digo. Y  ahí me di cuenta, ¿sabe de que? Que la pifiaron, ustedes, la pifiaron. Como el de bigotes, que dijo‘’no están, se esfumaron, desaparecieron’’, escabulléndose en su cuarto para escapar de esos primeros pañuelos. ¡Que cosa con ustedes! ¡Tanto aparato y tanto miedo!, ¿será que para conducir a su ejercito era imprescindible ser cobarde? Usted no se dio cuenta, por eso le explico, la palabra ‘’desaparecido’’ es un nombre que arremete con identidad y que supera la jerga: ‘’NN’’. Mientras ustedes en sus madrigueras fallecen, ellos, los heroes, en el orgullo perenne de los que les seguimos, están siempre presentes. Usted no quiere entender, no le conviene, rígido de tan cobarde cree  que es mejor aniquilar a ese chico que porta un poema, ese señor de overol y esa chica, joven y linda, que desnudará…y diluirá por mezclarse con esa gente, que a su pensar, carece de los cánones apostólicos de la patria, y hasta podrían llegar a darle su simiente.
 Debo admitir, general, que en su línea de pensamiento hay sesgos de coherencia irrefutables como cuando no muestra sentir arrepentimiento, puesto que si lo hiciera, sería como tener una pequeña cuota de hombría,  y usted no sabe ni quiere saber de eso.
Si las hienas atacan animales desvalidos o avisan a los leones para que lo hagan y las ratas se ufanan de conservar los usos y costumbres de la cloaca, sería, por lo menos, de perversos institucionalizar esas dinámicas, o escudarse con insistencia en la fantasía de una guerra, donde una tropa ansiosa por probar la efectividad de sus picanas avanza contra insurrectos que portan la artillería de su sangre y se atrincheran en camastros de frío metal, donde se aquietan sus cuerpos y  se resquebrajan sus entrañas.
Quizás prefiera no leer, ni escuchar porque siempre expreso pánico a la razón, a la emoción y a las palabras. ¿No cree que su estructura sea tan endeble, que cometa la estupidez de sobredimensionarla?  Quiso construir un cementerio amplio,  sin reparar, le aseguro, que cada cuerpo lleva un nombre, que en la búsqueda se agiganta. Los que desaparecieron, como ve,  aparecen todo el tiempo, para consagrar sueños, utopía y esperanza.
Ojala su nieto entienda y preserve la humanidad de elegir otros referentes
Concluyo… prefiero no dedicarle mas tiempo, mejor suscribo a otras imágenes, lo dejo regodeándose en su chiquero… sin saludarlo de ninguna manera
Chiche y yo

miércoles, 16 de febrero de 2011

FABIANI NO ES BUFANO (Marcelo Conti)


En respuesta a la nota publicada en el diario El Argentino del 06/12/2010 “El acusado del secuestro de Haroldo Conti trabaja en la Barrick Gold” donde se afirma que el represor Ruben Osvaldo Bufano miembro del batallón inteligencia 601 sería también Hector Fabiani, desaparecido junto con Haroldo Conti, actuando Bufano como infiltrado o doble agente versión tomada del informe de la Conadep, legajo 77, referido al secuestro de mi padre y basado en declaraciones hechas por el que suscribe y mi hermana a la justicia teniendo como única referencia una fotocopia de mala calidad de una foto de Bufano cuando fuera detenido en 1982 en Suiza por secuestros extorsivos de empresarios llevados a cabo por miembros del aparato represivo de la dictadura con fines de lucro personal.
Justamente cuando se hizo dicho juzgamiento vimos las fotos de Bufano donde claramente quedó demostrado que Fabiani no es Bufano (ver fotos).
Nunca imaginamos que esa primera declaración iba a quedar plasmada en el “Nunca Más”, la solicitud a los responsables de la edición de este libro de aclarar el punto nunca fue tomada en cuenta, como lo testimonia la carta enviada por mi hermana Alejandra Conti al por entonces subsecretario de Derechos Humanos Eduardo Rabossi.
Hector Fabiani para nosotros el Gordo, Chiche para sus seres queridos, y el Moncho o Andrés para otros compañeros fue el responsable político de mi padre en el frente cultural de PRT. Compartí muchos momentos con él de los cuales tengo recuerdos memorables y gratitud por su ayuda. Hector fue además dramaturgo, actor, como queda afirmado por los testimonos que adjuntamos a la nota.
Solicitamos que se difunda la verdad sobre este compañero para tratar de subsanar el involuntario error de haberlo confundido, en un primer momento con alguien tan deplorable.
Marcelo Conti